Somos lo que vemos :"Hello Mary Lou. Prom Night II"
Si hay algo que tengo claro es que mis ganas por hacer cine aparecieron en el preciso instante en el que Freddy Krueger se cruzó en mi vida. Mi obsesión por este personaje y sus películas es digna de varias entradas de este blog. Con el señor Krueger como guía, se abrieron ante mi las maravillosas puertas del cine de terror de la década de los 80; y con la inestimable ayuda del dueño del videoclub de mi barrio, que no tenía ningún problema en dejar que un niño alquilara las películas más bizarras de su establecimiento, cientos de psycho killers, monstruos y degenerados varios danzaron ante mis ojos.

Cuando tenía 11 años, una de mis películas favoritas era "Hello Mary Lou"; aún conservo el VHS que conseguí en un mercadillo unos años después. Nacida al rebufo de Pesadilla en Elm Street, en pleno auge del terror fantástico, "Hello Mary Lou" resultó ser la secuela de la mítica película de Jamie Lee Curtis "Prom Night"; algo que descubrí de adulto porque lo único que ambas tenían en común era una fiesta de fin de curso, pero, ¿qué película de la época no tenía una?.
Mientras la película original nos presentaba a un asesino en serie acosando a nuestra reina del grito favorita, su secuela se adentraba en el mundo de los espectros y las posesiones, presentándonos a una villana, Mary Lou, que desde mi punto de vista jamás lo fue. Ésta es una estudiante del último curso en un instituto durante la década de los 60 y su personalidad queda perfectamente definida en la escena inicial.
Mary Lou entra a una iglesia y se dirige al confesionario para contarle todos sus pecados a un cura, siendo el que más preocupa a éste el hecho de que la joven ha mantenido relaciones sexuales con muchos de sus compañeros de instituto. Cuando el cura intenta hacerle comprender que debe ser consecuente con sus actos y arrepentirse, Mary Lou le responde dejándole claro que es consecuente pero que no se arrepiente de nada porque lo ha disfrutado cada segundo. El cura queda escandalizado mientras Mary Lou escribe con su pintalabios rojo un mensaje en el confesionario que invita a todo aquel que lo lea a llamarla si quiere pasarlo bien. El arranque de la película me fascinó, nos presentaba a una mujer fuerte, orgullosa de su sexualidad y consciente de lo que quiere, que no teme escupirle en la cara a aquella institución que le dice que tiene que ser todo lo contrario a lo que desea.

A continuación, y en su fiesta de graduación, conocemos a Billy, el novio de Mary Lou, un pardillo con el que está simplemente por su dinero; y a Buddy, un cliché de chico malo con el que Mary juega sexualmente. Es obvio que Mary no tiene escrúpulos, es infiel y usa a los demás a su antojo, pero este es el mayor acto de rebeldía que puede hacer contra una sociedad que quiere condenarla a la discreción y a la contención.
Esa misma noche, Billy, su novio, se da cuenta del verdadero rostro de Mary Lou, y movido por la venganza, decide lanzarle un petardo fétido desde lo alto del escenario en el momento en el que la coronan como reina de la promoción. Justo en el instante en el que Mary tiene pleno control de su vida, en el momento en el que "la arpía" es la reina del instituto haciendo lo que ha querido con su vida, el petardo gira sobre el escenario con tan mala suerte que prende su vestido. Entre las llamas, ante la mirada de terror de sus compañeros y los gritos de horror de Billy y Buddy, la vida de Mary desaparece.

Pasan los años y ya en los 80, la que a todas luces parece ser la heroína de la historia, es presentada. Su nombre es Vicki y es lo opuesto a Mary Lou, una recatada joven virginal sometida al yugo de una madre castrante, al más puro estilo Carrie. Es la chica "perfecta", fiel a su novio, buena amiga, todo aquello contra lo que ha luchaba Mary Lou. Su novio Craig es el hijo de Billy, el novio de Mary y el culpable de su muerte. Recuerdo perfectamente como me indignó ver que Billy era el nuevo director de la escuela; el causante de la muerte de mi personaje favorito había continuado con su vida como si nada, sin ser castigado. Por otro lado, y en un giro inverosímil, Buddy, el chico malo, ahora es el cura del pueblo.


Con el trasfondo de la cercanía de una nueva fiesta de promoción, y con la excusa de que Vicki busca un vestido entre el atrezzo y vestuario del instituto, el espíritu de Mary Lou es liberado tras encontrar en un viejo arcón la capa, la banda y la corona que le pertenecían. El alma de Mary Lou hace acto de presencia ayudando a una amiga de Vicki. Dicha amiga vive uno de los peores momentos de su vida, parece ser que un chico la ha dejado embarazada y no quiere saber nada de ella. La amiga está agobiada y no sabe que hacer con su vida, Mary Lou la ayuda asfixiándola y lanzándola por la ventana del instituto.

A partir de ahí comienza la posesión gradual de Vicki. A diferencia de la mayor parte de las películas del género, no nos encontramos con la sempiterna batalla entre el bien y el mal representado por el villano del turno y la chica virginal; el villano y la heroína son la misma persona. La verdadera batalla que presenciamos es la de una chica que comienza a abrirse a la provocación y al sexo y todo un entorno que le dice que no debe. Obviamente, por el camino deja un reguero de cadáveres; en el camino hacia el descubrimiento y aceptación personal siempre los hay, simbólicos, pero los hay.
El director aprovecha la posesión de la protagonista para dejarnos escenas dignas de la mejor de las pesadillas de un adolescente de Elm Street. Algunas de mis favoritas son la de la pizarra - piscina y el caballo-balancín poseído por alguna criatura sacada de la manga.


Pero sin lugar a dudas, la mejor escena de la película ocurre en las duchas del vestuario femenino una vez su posesión ha sido completada. Mary Lou/Vicki entra en las duchas y se acerca a una amiga con la que había discutido previamente porque ésta ve que ya no es la misma persona. Allí, Mary Lou/Vicky intenta reconciliarse y comienza a besar y a tocar a su amiga repetidas veces, hasta que su amiga se siente incómoda porque se da cuenta que la situación comienza a parecer una escena soft-lésbica. La amiga huye del "tijeretazo" como un campista del machete de Viernes 13. Al darse cuenta que Mary Lou/Vicky la persigue desnuda y que la ha encerrado en los vestuarios, se esconde en el interior de una de las taquillas. Mary Lou/Vicky, cual Freddy Krueger lesbo-teen, camina entre los taquillas mientras clava sus uñas en ellas. Al llegar a la taquilla donde se encuentra su amiga, se detiene frente a ella y tras decir "A Bam Bam Boo Loo Ba Ba La Bam Boo", las taquillas la aplastan, convirtiendo su cuerpo en una plasta chiclosa rosácea.


El mejor recuerdo que tengo de esta escena es que en mi época de obsesión por la película, me empeñé en que una amiga que vivía en mi edificio la viera, así que la llevé a su casa. Mientras nosotros estábamos en el salón, su madre se encontraba en su habitación. Resultó ser que el video del salón estaba conectado con todas las teles de la casa, así que en un momento dado su madre cambió de canal para ver lo que estábamos viendo en el salón y se encontró con está maravillosa escena con desnudos, lesbianismo y asesinato; su madre salió corriendo al salón y nos apagó la televisión. Ella fue privada del noble arte de cine y yo de la confianza de su madre.

En un intento de cerrar el ciclo, el clímax de la película se sitúa en el baile de la promoción con Vicki/Mary Lou ganando de nuevo la corona de reina y con Billy subido en lo alto del escenario, pistola en mano, intentando arrebatarle de nuevo ese momento. Pero aquellos disparos en el pecho de Vicki que pretendían finalizar la pesadilla, se convirtieron en la llave que hace que Mary Lou se abra paso a través de las vísceras de Vicki y se materialice en su verdadero cuerpo.
En
este punto el caos ya es incontrolable. Con los poderes que solo un
ser de ultratumba puede tener gracias a la bendición de un guión
que no necesita justificarse, Mary Lou convierte la pista de baile en
un matadero. Pero Billy, el ex-novio que le ha chafado su momento de
esplendor, llega en el último momento armado con la corona de reina
de la promoción para salvar a su hijo. Una vez colocada en la cabeza
de Mary, su alma es liberada y descansa en paz completando su asunto
pendiente , ser reina y ¿bailar románticamente con Billy aquella
noche de 1960 y algo ?, ¿en serio?, ¿ pero qué final de mierda es
éste ?, ¿ por qué tu alma necesitaba a Billy de vuelta ?. Eso fue
lo que pensé y debió pensar el guionista de la película, porque
tras el "que en paz descanse" de Mary Lou, el fin del caos y la
conveniente aparición de Vicki en el interior del arcón mágico,
Billy va a buscar con su coche a su hijo y a Vicki. Ya dentro, y tras
la resaca que propicia toda victoria, Billy se nos revela como nuevo
recipiente de Mary Lou. Así me gusta Mary, tu alma no necesita
descansar en un paraíso creado para una sosias de Molly Ringwald en
una película de John Hughes, naciste para comerte el mundo.
